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La historia de La Trinitat Nova se remonta a sus raíces agrícolas y a la explotación de pequeñas canteras que la caracterizaban. En 1825, un hito significativo fue la construcción de un acueducto que suministraba agua a Barcelona, marcando así el comienzo de su importancia en la infraestructura de la ciudad. A mediados del siglo XIX, con la apertura de las primeras vías férreas, el barrio comenzó a experimentar un cambio hacia la industrialización.

A principios del siglo XX, La Trinitat Nova vio el surgimiento de las primeras industrias, como la Teneria Ibèrica de Sant Andreu de Schmidt i Cia, y la expansión de la red eléctrica. Sin embargo, estos proyectos de urbanización se vieron interrumpidos por la Guerra Civil, que dejó un impacto significativo en el desarrollo del barrio.

Fue en la década de los cincuenta cuando La Trinitat Nova recibió un impulso decisivo con la construcción de tres mil viviendas nuevas, lideradas por el Patronato Municipal de la Vivienda, el Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar. El resultado fue un modelo urbano caracterizado por bloques de viviendas separados por áreas verdes, aunque estas viviendas necesitaron rehabilitación debido a graves problemas estructurales.

En las últimas décadas, La Trinitat Nova ha experimentado mejoras significativas en sus accesos, especialmente con la llegada del metro, lo que ha mejorado la conectividad del barrio con el resto de la ciudad y ha contribuido a su desarrollo y crecimiento continuo.

cementerio, pero las condiciones de humedad impidieron este destino.

Fue en 1963 cuando un grupo promotor, liderado por figuras como Joan Antoni Samaranch, decidió urbanizar la zona, erigiendo imponentes bloques de viviendas. Sin embargo, la planificación urbana franquista que caracterizó la época omitió la inclusión de servicios básicos y equipamientos esenciales para los residentes.

Las protestas vecinales no se hicieron esperar, inicialmente motivadas por las humedades en los pisos, y luego extendidas para exigir ambulatorios, escuelas y mejores condiciones de salubridad en las calles. Incluso se organizó un curioso concurso de caza de ratas en 1971 para evidenciar la situación.

El cambio llegó con la llegada del primer ayuntamiento democrático, que comenzó a subsanar los errores del pasado en Ciutat Meridiana. Se implementaron medidas para mejorar la calidad de vida de los residentes, incluyendo la creación de equipamientos sanitarios, socioculturales y educativos. Las calles fueron renovadas y se instalaron escaleras mecánicas para facilitar el acceso en un barrio marcado por grandes desniveles.

Además, la conexión con la parte superior de Ciutat Meridiana se vio favorecida con la inauguración de la estación de metro de la línea 11, mejorando así la accesibilidad y la integración del barrio en la red de transporte público de la ciudad. Estos cambios marcan un nuevo capítulo en la evolución de Ciutat Meridiana, mostrando un camino hacia un futuro más próspero y equitativo para sus habitantes.