La evolución demográfica y urbanística de este barrio ha sido un reflejo de los cambios sociales, económicos y políticos que ha experimentado Barcelona a lo largo del siglo XX y principios del siglo XXI. Desde sus humildes comienzos como un barrio obrero en la década de 1920, hasta su actualidad como un vibrante vecindario multicultural, ha experimentado transformaciones significativas tanto en su paisaje urbano como en su composición demográfica. Durante las primeras décadas de su existencia, La Prosperitat fue testigo de un rápido crecimiento poblacional a medida que más trabajadores migraban a Barcelona en busca de empleo en las industrias locales. Este aumento demográfico llevó a una expansión urbana, con la construcción de nuevas viviendas y la creación de infraestructuras básicas para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento.

En términos urbanísticos, el barrio se caracterizaba por sus calles estrechas y sus edificios de viviendas compactos, que reflejaban el estilo arquitectónico predominante de la época. Las casas solían ser de dos o tres pisos, con fachadas sencillas y sin adornos, destinadas a proporcionar vivienda asequible a los trabajadores industriales y sus familias. Sin embargo, a medida que Barcelona continuaba su desarrollo como centro industrial y comercial,  también experimentaba cambios en su estructura urbana. En las décadas de 1950 y 1960, se llevaron a cabo proyectos de renovación urbana que implicaron la demolición de viejas viviendas y la construcción de bloques de apartamentos más modernos y funcionales. Estos cambios urbanísticos no solo afectaron el aspecto físico del barrio, sino también su composición social. La Prospe comenzó a atraer a residentes de diversas procedencias y culturas, en parte debido a la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España y del extranjero en busca de trabajo y oportunidades en la próspera ciudad de Barcelona.